RITMOS Y HÁBITOS. SU IMPORTANCIA EN EL DESARROLLO DEL NIÑO PEQUEÑO.

 

Texto y fotos: Virginia Sánchez

 

EL RITMO DE LA NATURALEZA

La naturaleza, a lo largo de todo un año, vive su propio ritmo a través del paso de las distintas estaciones. La tierra como ser vivo participa de un ciclo anual a través de las estaciones, como un gran proceso de respiración cósmica. En los polos el invierno y el verano. El invierno es como una inspiración. La naturaleza en esta época se muestra sobria, pobre, la tierra parece dormida pero en su interior se está trabajando para prepararse para la primavera. LA VIDA OCURRE DEBAJO DE LA TIERRA. El verano es como una expiración, hay plenitud en la naturaleza, luz, y la tierra nos brinda colores, perfumes, hojas y flores. Todos los procesos vitales de crecimiento se manifiestan en lo exterior.

Pero realmente el ciclo anual no está formado por cuatro elementos, o cuatro estaciones, en realidad se trata más bien de una tripartición. Está formado por dos polos, invierno y verano, y en el centro el otoño y la primavera, es algo muy vivo, en constante movimiento. Desde el verano hacia el otoño las fuerzas vitales van hacia dentro, encontrándose totalmente en el interior en el invierno, para volver a salir en la primavera, culminando en el verano, donde están totalmente exteriorizadas. 

Pero incluso la vivencia de un día, conformado por el día y la noche, es también rítmica y con cualidades similares al ritmo del año, pero condensado en 24h. Así el invierno se podría comparar con la noche y el verano con el mediodía, asemejándose la mañana y la tarde a la primavera y el otoño respectivamente.

EL SER HUMANO ES UN SER RÍTMICO CONECTADO A LA NATURALEZA 

Pues bien, el ser humano también vive internamente este ritmo. Si tiene conciencia de sí mismo, si se escucha, puede ver cómo se siente muy diferente en invierno que en verano. Vivimos una polaridad continua entre el frio-calor, dentro-fuera, oscuridad-claridad. Se trata de una respiración, de un ritmo que nos proporciona salud. Si nos escucháramos, veríamos que nosotros también vamos al ritmo de la naturaleza, somos un ser cósmico y como tal seguimos las mismas leyes.

En invierno, cuando el frio está en el exterior, buscamos el calor proporcionado por la intimidad, estamos más en nosotros mismos. Este es un buen tiempo para trabajarnos. En verano sin embargo nos entregamos al calor exterior, interiormente se podría decir que hay vacío. Es un tiempo que nos pide más compartir con los demás y no tanto de estar en soledad. El ser humano vive así en su interior un ritmo anual similar al de la naturaleza.

Pero también hay otro ritmo con el que conectamos; el ritmo del día, el de la actividad y el descanso, necesitando del día y la noche. El primero es necesario para movilizar nuestro cuerpo físico y conseguir así que no se atrofie, y la segunda para reposarlo permitiéndole de este modo regenerarse.

LA ERA ACTUAL; LA DESCONEXIÓN QUE AFECTA A LA SALUD

¿Qué ocurre en la era actual?. La luz artificial, nos permite acostarnos mucho más tarde, restándonos horas de descanso. La TV, las redes sociales, los medios de comunicación, la sobrecarga de trabajo…todo ello nos puede hacer vivir permanentemente desconectados de nosotros mismos, no escuchar nuestro cuerpo, lo que necesita.

Todo ello conlleva a que la vivencia diaria cada vez está más alejada del ritmo natural, llegando a desatender nuestras necesidades de alimentación y de descanso (retrasar ir al baño, comer rápido delante del ordenador, acostarnos tarde trabajando o viendo la TV). En ocasiones puede ser tal el grado de desconexión que haga que no se pueda disfrutar de los momentos de soledad, necesitando siempre estar hacia el exterior siendo incapaces de conectar con nosotros mismos. Ello puede llevarnos a somatizaciones e incluso a la enfermedad.

madre de dia el hogar ritmo

Pues bien, el niño pequeño/a, recién llegado a este mundo, está ajeno a esa vivencia del adulto. Él/ella vive en total conexión con la naturaleza y necesita de ritmo, siendo este una inmensa fuente de salud que le permite desarrollar sanamente todo su cuerpo físico, todavía en formación.

EL SER HUMANO EN LA ETAPA DE 0 A 3 AÑOS. LA NECESIDAD DE RITMO PARA UN BUEN DESARROLLO

Durante los 7 primeros años el trabajo principal consiste en hacerse con una buena casa, un buen cuerpo físico que irá creciendo, pero que en esta etapa está todavía por terminar de formarse. Es decir está en desarrollo; las fontanelas tienen que cerrarse, los huesos son más bien cartílagos, las conexiones neuronales tiene que ir poco a poco estableciéndose para así ir abandonando los reflejos primarios por movimientos controlados y voluntarios…etc. 

Si analizamos al ser humano, ya desde bien pequeño, podemos observar que todo él es un ser rítmico. Todos sus órganos están organizados de forma rítmica; sus pulmones cogiendo aire y expulsándolo, el corazón bombeando sangre…etc. ¿No es maravilloso? Hay una organización rítmica perfecta dentro de nosotros que nos da la vida.

El ritmo por tanto está en nosotros. Hacer que en nuestra vida diaria exista un orden, estructurarla mediante la sucesión de acontecimientos repetidos es fuente de salud. A priori puede parecer aburrido, pero nada más lejos de la realidad, pues dentro de una estructura fija pueden existir muchas variantes que cambian y la enriquecen, siendo algo realmente flexible pues se adapta a las necesidades de cada uno. Por ejemplo, comer todos los días a la misma hora; sin sobresaltos; entregados a ese momento; con todos los sentidos puestos sobre el acto que estamos realizando; esto favorece una buena digestión y por tanto nos aporta salud. Ello no impide que cada día podamos deleitarnos con comidas ricas que nos permitan disfrutar de la vida sin aburrimiento alguno. Realmente no se trata de algo estático e inflexible, sino adaptado a cada individuo.

madre de dia el hogar nino saltando

Pero si hay una etapa donde hay que cuidar especialmente este aspecto es en la primera infancia, siendo de gran importancia para un desarrollo sano. El ritmo da forma a la materia, a los órganos en formación, por lo tanto influye positivamente en el desarrollo del cuerpo físico, fortaleciendo a su vez el cuerpo vital. Quizá venga bien, para entender estas afirmaciones, presentar de nuevo un ejemplo; si ofrecemos al niño pequeño un ritmo diario, repetido día tras día, donde poco a poco pueda ir deduciendo que después de comer, puede jugar un ratito, para posteriormente cambiarle el pañal y después ir a dormir, ello le dará seguridad y confianza, lo que influirá directamente en la respiración y la circulación sanguínea. Este vivir sin sobresaltos permitirá por ejemplo a los pulmones y al corazón funcionar de forma fluida y sin bloqueos, alejados así de cualquier estrés, cuyas consecuencias negativas son de sobra conocidas, más aún para un cuerpo físico en formación. Además esta seguridad y confianza ciertamente llena al pequeño de alegría y vitalidad.

Pero ¿es capaz el niño/o pequeño/a de establecer por sí mismo un ritmo en su vida?, ¿dispone de esta capacidad, es algo innato?, ciertamente no. En esta etapa el ser humano es realmente vulnerable y dependiente, pues no tiene las fuerzas necesarias para desarrollarse de forma saludable sin el cuidado de otro ser humano. Es por tanto tarea del adulto proporcionar al pequeño/a las condiciones óptimas para desarrollarse de forma sana. 

nino comiendo

Para ello es súper importante en primer lugar cuidarnos también  nosotros, pues hasta los 7 años ellos se nutren de nuestra vitalidad. Como es sabido por todos aquellos que nos dedicamos al cuidado de otros; para poder cuidar hay que cuidarse.  Esto es bastante sencillo de comprender; si yo estoy sin fuerzas, sin ánimo, si soy caótico con los ritmos de alimentación, de descanso etc, difícilmente podré proporcionar a otro la envoltura necesaria para que todo su ser se desarrolle de forma sana.

Pero el ritmo trae también otras ventajas, no menos importantes, como son el poder crean hábitos a través del mismo, resultando de este modo todo más fácil, pues los pequeños/as funcionan solos, sin necesidad de perder mucha energía para conseguir que hagan aquello que sabemos que es necesario para ellos (dormir la siesta, comer sentados y disfrutando..etc), es como mágico. 

COMO TRABAJAMOS LAS MADRES DE DÍA EL RITMO

Las madres de día tenemos muy presente la importancia del ritmo en nuestro hacer diario. Es por ello que nuestro día dispone de estructura, existe una organización, pero la misma es viva y flexible. Si por algo se caracteriza nuestro trabajo es por ofrecer a los pequeños “tiempo sin tiempo”, donde se les escucha, pudiendo así, dentro de un tiempo estructurado, ser flexibles para poder atender a las necesidades o a los intereses de cada uno de los pequeños que forman parte de nuestros hogares.

Así por ejemplo, todos los días vamos al parque para que nos dé el aire, para disfrutar de lo que el mundo exterior nos ofrece; para ver volar un pájaro; para coger piedrecitas que vemos en el suelo… Pero, en este disfrute por ir descubriendo el mundo, hay días que se nos puede hacer un poquito más tarde por estar inmersos en una tarea que nace de su propio interés, lo que es recogido y al tiempo bienvenido. En otras ocasiones sin embargo nos retiramos más temprano, porque llevan días que les encanta llegar a la portería y subir hasta el primer piso por las escaleras en lugar de coger directamente el ascensor. Disfrutan de subir uno a uno cada peldaño…son los retos de la vida, ajustados a su medida y que nacen de ellos mismos/as. ¡Qué alegría da verles enfrentarse con voluntad a sus propios retos!. 

parque

Lo realmente relevante es el establecimiento secuencial de los acontecimientos, repetidos día tras día de forma rítmica. Las actividades se van sucediendo de forma intercalada a lo largo del día siempre en el mismo orden. Esto sirve para que los pequeños/as transiten por el día con seguridad, disfrutando tanto de su propio hacer como de los momentos de encuentro con el adulto. Las actividades atienden a las necesidades reales de los pequeños; ya sea en relación al movimiento y juego libre o a necesidades fisiológicas y de cuidado como puedan ser; alimentarse, ponerse limpio y cambiar el pañal o dormir la siesta, existiendo siempre tiempo para poder ser consolado y atendido.

Una herramienta muy presente en nuestro hacer, y que también genera ritmo, es el empleo de canciones o narraciones asociadas a determinadas actividades del día. Estas son verdaderas joyas, pues; nutren el pensar a través del desarrollo de la memoria; también el sentir cuando son bellas composiciones; y como no la voluntad, ayudándoles a entrar en el hacer, poniéndose con alegría manos a la obra. 

UNA BREVE MENCIÓN A LA PEDAGOGÍA WALDORF

Antes de nada aclarar que la pedagogía Waldorf no es una metodología, es una forma de mirar al ser humano en todas las etapas de la vida y desde ahí, conociendo la verdadera naturaleza del ser humano, ofrecer aquello que le nutre en cada etapa. 

Dicho esto, cierto es que existe algo común en todas las pedagogas/os Waldorf que trabajan con la primera infancia, y es el modo en el que trabajamos para crear el ritmo, siendo nuestra guía la propia naturaleza de madre tierra que nos envuelve y la naturaleza de la etapa evolutiva de los pequeños/as a los que acompañamos. 

Por un lado a través de las fiestas anuales se trabaja el ritmo que vive la naturaleza. Son fiestas que nos unen a ella, lo que nos hace conectar con nuestra propia naturaleza, pues formamos parte de ella tal y como se mencionó al principio de este artículo. Las fiestas son actos que nos vinculan, nos conectan socialmente, facilitando que aparezca en nosotros el sentimiento de pertenencia tan importante para estar enraizado y querer SER. Son fiestas vividas con sentido y preparadas con ilusión y alegría. Estas celebraciones le sirven al adulto para conectar con madre tierra, y desde ahí, desde esa conexión, desde lo que el adulto vive internamente, se ofrece a los pequeños, contagiándoles de la alegría. Unidos a estos periodos se escogen distintos recursos didácticos; juegos de dedos, canciones, cuentos..etc, elegidos coherentemente y que alegran nuestras almas.

fiestas waldorf

Pero también se establecen ciertas rutinas en el día que perduran en todo el año lectivo y que se repiten  secuencialmente estructurándolo. La secuencia no es elegida al azar, se establece como una respiración, fundamental para la salud de todo ser humano, y que tiene que ver con el dar y el recibir. Así se alternan momentos de expansión con momentos de concentración, intercalando ciertos espacios entre medias de tránsito en los que el arte, sobre todo la música, está muy presente. 

Los momentos de expansión son dedicados al movimiento y juego libre, donde el pequeño/a es el/la protagonista de su hacer, donde es él/ella el que trae algo al mundo desde su interior. Los de concentración se corresponden con aquellos momentos del día en los que se atiende a las necesidades básicas de higiene, alimentación y descanso. En estos está más presente la figura del adulto, estableciéndose un diálogo entre ambos y en los que, aunque el pequeño/a es parte activa, el mundo es el que entra en su ser. 

RESUMIENDO….

El ritmo forma parte de todo ser viviente. En el caso de las plantas y  de los animales es algo con lo que vive de forma natural y de lo que no pueden separarse. Nosotros los seres humanos sin embargo, con nuestra capacidad pensante, podemos vivir de forma caótica, sin ritmo; desatendiendo incluso nuestras propias necesidades de alimentación y descanso; podemos vivir con estrés, incluso este puede generarnos adicción y cierto placer. Pero si ponemos un poco de conciencia, quizá no pasando tanto por el pensar sino más bien por el sentir; prestando un poco de atención a nuestro estado general; a si nos encontramos bien con el “ritmo de vida” que llevamos; quizá así podamos discernir cuan beneficioso es o sería integrar un ritmo saludable en nuestras vidas.

ritmo

Pues bien, en el niño pequeño no solo es beneficioso, sino que es imprescindible para un buen desarrollo físico lleno de vitalidad; para sentirse seguro y confiar en lo que el mundo le entrega y al mismo tiempo le demanda; y como no, para desplegar lo que vive en su interior.

 

“No actuamos de acuerdo a un ideal porque este ideal nos venga dado como ley, sino porque este mismo ideal se halla activo en nosotros”

Rudolf Steiner

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