A veces nos atascamos en momentos que ocurren en el día (conflictos, falta de estrategias, necesidades,…) dándole una importancia intelectual y repetitiva, que dista mucho del objetivo inicial, ya que ese aspecto suele incentivar el efecto contrario y de hecho, crear un patrón repetitivo de acción en el propio menor.
Hay que entender los procesos de desarrollo evolutivo que cada uno vive, con el fin de adaptarnos a la realidad vital y de experiencia de los niños.
La infancia, y más en la primera etapa infantil, vive en el aquí y ahora. Cuando el adulto observa un conflicto, lo recibe, le genera un sentir de incomodidad y pretende hablar haciendo gala de recursos intelectuales, chantajes, o llevado por emociones extremas, la realidad es, que el niño ya está en otra cosa.
No hablo de no hablar las cosas, sino de entender el momento de desarrollo vital de los menores y recibir como adultos la experiencia vivencial desde la calma, el amor y la sencillez.
No hay niños malos o buenos. Los niños son niños y por ende necesitan comprensión del adulto, estrategias, ejemplos y sobre todo una apertura emocional que acoja, entienda y sepa actuar buscando una resolución de equidad amorosa y cree unas bases de ejemplificación individual y armonía social. No por ello evitamos los conflictos, todo lo contrario, observamos, sentimos y aprendemos de forma vivencial, ya que ahí reside el auténtico aprendizaje que va formando la personalidad, actitud y ser de cada uno.
Hoy día se tiende a culpabilizar y las amenazas: sino haces esto, luego no haremos lo otro; si tú no dejas esto, a ti no dejarán aquello,… Estímulo/respuesta, y todo desde una mirada muy conductista, que por cierto, es algo que solemos hacer cuando se nos acaban los recursos, y que poco tiene que ver con la comprensión y conocimiento del niño, a la par que culpabiliza: tú has hecho esto, te aparto de aquello.
La mayoría de veces (hablando en términos de conflictos) que un niño invade el espacio de otro, se crea una pugna de posesión,… es por que el que está fuera quiere ser partícipe en la acción del otro o quiere algo que tiene ese otro y no tiene estrategias suficientes para llevar a cabo su voluntad, o hay una necesidad vital que necesita ser atendida, o puede ser también una llamada de atención.
Ahora, para eso está el adulto: generar estrategias o por lo menos, verlo e interpretar las necesidades de ambos, sin tener que crear un rol de víctima/agresor.
Cuando hay dos niños, y uno quiere el objeto que tiene el otro podemos hacer muchas cosas para encontrar soluciones, estando el adulto como acompañante del proceso y sentando las bases que se sucederán en el futuro:
-Hablar con el compañero, decirle cuál es nuestra necesidad, y por un lado, aceptación de la decisión (si es negativa) y/o búsqueda de la alternativa.
-Decirle que nos avise cuando acabe (y de mientras esperar haciendo otra cosa).
-Buscar otro objeto similar que resuelva la necesidad de ese momento.
-Acompañar la frustración de forma sana, si el palo que desea es el que no puede tener y ninguna de las opciones anteriores le es válida.
En muchas ocasiones me he visto, que cuando uno está (me invento) con un palo labrando, y otro se lo quita con el fin de participar en ese juego y obtener dicha “herramienta”, el mero hecho de parar y:
-¿Qué ha pasado? ¿Qué necesitas amig@?
(Dejar respuesta a su necesidad)
-Si necesitas un palo yo te ayudo a encontrar otro.
Esa mera acción, hace que el que ha quitado el palo, se lo dé de inmediato al otro en busca de su palo.
Y aquí es lo que hablábamos antes: sin entrar en juicios, sin necesidad de crear buenos/malos, dar lecciones morales cuando no están preparados…
Podemos hablar sobre las necesidades de cada uno, pero no avasallar de forma pesada creando patrones e incentivando que esto se repita, ya que es ahí donde entra el juicio moral del adulto: qué es justo y qué no, cuando sin embargo, el niño lo vive y transita sin más.
Buscar soluciones, con un adulto que no juzga, que entiende el momento evolutivo en el que está el menor y como se encuentran sus necesidades vitales, hacen, que con un aura de amor, confiar en la vida y alegría, encontremos un camino cómodo para todos, a la par que damos ejemplo de como hacer entre ellos y en la vida.