Me gustaría que juntas pudiésemos reflexionar sobre la manera en la que criamos y acompañamos a nuestras criaturas.
Crianza, proceso de criar, nutrir y alimentar tanto el cuerpo como el alma, como parte necesaria en el ciclo vital de un ser vivo.
Tiene que ver con la vida, el crecimiento y el desarrollo de transición por las distintas etapas vitales.
Somos seres dependientes al nacer y a través del vínculo construimos la relación como seres interdependientes afectivamente. Y de eso hablamos cuando decimos crianza respetuosa, y añadiría, consciente.
El proceso de criar se hace con y a través del vínculo, y este debe ser seguro, para que las necesidades corporales, emocionales y relacionales puedan darse. El vínculo seguro respeta el ritmo, el crecimiento y el desarrollo genuino de cada ser que a través de esta vinculación consigue ser en subjetividad.
Criar de manera respetuosa es estar para el otro que está en construcción, acompañar ese camino que inicia y necesita presencia, contacto, gestos de cuidados. Gestos que envuelven su ser y gestos que afirmen su yo. Es estar para ti desde mí.
Un mí que no puede ser olvidado, un mí que cría, criándose; un mí que cuida, cuidándose; un mí presente y con contacto, que mira y se mira… Un acompañamiento consciente. Esta es la verdadera crianza respetuosa.
Cuando pensamos en crianza consciente y respetuosa nos referimos a un estar presente, acogiendo aquello que acontece en ese crecimiento. No se entiende el acompañamiento respetuoso si no atendemos las necesidades que siempre deberán ir acompañadas de gestos de cuidado.
Respondiendo a la pregunta que nos encabeza, ¿es un mito o es una realidad? A mí me gustaría más hablar de si es posible; para ello debemos mirar al adulto que acompaña y preguntarle, preguntarse: ¿Cómo estoy? ¿Cómo me han acompañado? ¿Cómo se atendieron mis necesidades? ¿Cuáles son mis patrones de vinculación? ¿Cómo me cuido? Y un sin fin de cuestionamientos que nos permiten a los adultos, comprendernos para comprender, mirarnos para mirar, acogernos para acoger… Sí, el trabajo personal y de elaboración propia se antoja necesario para poder acompañar desde la consciencia y el respeto.
Qué maravilla poder caminar e investigar sobre aquello que nos trajo el presente, poder poner la compasión y comprensión a un pasado que fue y está, para ir haciendo y tejiendo un futuro en el que ser y colocarme como adulto que acompaña desde su desnudez. Esa desnudez originaria sin corazas y ropajes, solo la piel deseosa de ser acogida y acunada, Desde ahí es posible una crianza respetuosa con las necesidades vitales de desarrollo de nuestras criaturas y también la propia.
Texto escrito por Laura Marcos Olivar